jueves, 19 de enero de 2017

Tú Propósito en la Vida

Jeshua Habla acerca de:                                                                         octubre 2016                                                                                                                                                                                                     
Tú Propósito en la Vida

Amado, hablemos de tu propósito en esta vida. No es por casualidad que has elegido esta encarnación. No es por casualidad que has encontrado muchas cosas en agitación. No es por accidente que has venido a cultivar la tierra de los que quieren despertar, pero que no saben cómo hacerlo.

Ustedes se han estado preparando y entrenando en esta vida, y han traído ciertas características de otras vidas que les ayudan a relacionarse con los hermanos y hermanas. Ustedes han traído cierto conocimiento, quizás incluso en lo que ustedes llaman el nivel inconsciente o subconsciente de la mente, que influye en la forma cómo observan las cosas, al menos al principio. Luego ustedes hacen valer lo que han leído, estudiado, u oído en esta vida para ver como concuerda con el mensaje que vinieron a compartir.

Tu propósito en esta vida es ayudar, dar asistencia, para aumentar el despertar de la consciencia de la divinidad, en primer lugar dentro de ti mismo, pero a medida que lo vas logrando, esto se hace contagioso. Extendiéndose a otros. Como lo fue hace dos mil años, cuando yo traje un mensaje. Yo tenía un propósito. Vine con el mensaje de que tú eres el Cristo encarnado. De que tú eres el amor y que eres divino. Y de que en verdad, nunca te has separado de tu Fuente —con "F" mayúscula.

Tú has venido aquí como una extensión de la Fuente, de tu divinidad. A veces lo sabes. A veces actúas de acuerdo con ello, muchas veces no lo haces. Muchas veces estás tan centrado en lo que está justo delante de ti que es difícil que veas el panorama completo. Es por eso que a menudo te digo que es una buena idea que pases tiempo en calmada y tranquila meditación y que pases tiempo en silencio en la naturaleza.

No tienes que hacer una meditación de tipo formal. Eso sería bueno, si quieres hacerlo, pero puedes permitirte expandirte a la frecuencia de la naturaleza, expandirte a la frecuencia de los árboles, de las plantas, del agua que fluye, expandirte a esa frecuencia y asumirla como algo propio. Comprende que, en verdad, eres tú quien puede lograr esto justo en el momento en el que sientes las frecuencias.

Podría haber alguien parado junto a ti y no vería el río, es difícil de creer, porque para ti esto es algo bastante obvio. Está justo ahí. Pero esto es algo muy individual que tú captas e interpretas.

Las frecuencias están a tu alrededor. Las frecuencias son de diferentes colores. A veces, incluso con los ojos humanos, puedes captar ciertas frecuencias y ver los diferentes colores, como en el arco iris. Allí tienes la frecuencia de la energía que se presenta, obviamente en diversos colores, y ves esos diversos colores con los ojos humanos. En este instante todo a tu alrededor son frecuencias. Podrías conectarte a alguno de esos aparatos tecnológicos y estos te mostrarían tu frecuencia.

Y si alguien se acerca a ti y te dice que la mascota que tanto amas  fue atropellada por un automóvil, tu frecuencia cambiaría inmediatamente. O si alguien te dice: “Tienes el boleto ganador de la lotería, eres multimillonario”, tu frecuencia cambiaría. Podrías sentir como cambia la frecuencia y hasta podrías verla, es posible registrarla en alguno de los inventos tecnológicos.

En cada momento cuando estás calmado, en cada momento en el que estás inmerso en la energía, hay algo que realmente está sucediendo, tu frecuencia cambia. Otros pueden sentir esto. Es por eso que te sientes atraído por aquellos que tienen esa misma frecuencia, es por eso qué te sientes atraído por los que están felices, porque tú quieres estar en la frecuencia en la que ellos están. Porque se siente bien, se siente más ligero.

Tú amas a aquellos que a veces están en una frecuencia más pesada, pero no siempre quieres estar en esa frecuencia. Incluso si no la estás midiendo, puedes sentirla.

Hace dos mil años yo vine con un mensaje. Vine a decirles que ustedes son el amor, que son Luz, que son la extensión de la Fuente divina de energía, y que verdaderamente, incluso mientras están activos en el cuerpo, pueden conocer a su Fuente. Pueden reconocer a la fuerza del oleaje -digámoslo de esa manera- de la energía, cuando llegas a conocer el amor del Ser, y no me refiero al amor del ser (del yo) egoísta, sino al amor del Ser —con “S” mayúscula— donde asumes la verdad de tu ser y sigues adelante con eso de una manera feliz.

Eso es lo que te estoy pidiendo ahora: que te apoderes de la alegría del ser. Cuando ves a tu amada mascota y tu corazón se abre, es de eso de lo que te estoy hablando. Cuando ves la inocencia de tu amada mascota —y seguro, que ellas tienen ciertos rasgos que utilizan para conseguir que hagas las cosas que quieren que hagas, pero en verdad que son seres inocentes que caminan en cuatro patas, que vuelan con sus alas, o que nadan en el agua, o como quiera que anden. Ellas son el Amor encarnado, al igual que tú.

Pero a menudo la humanidad está tan absorta mirando afuera tratando de ver las muy variadas frecuencias de lo que sea que está sucediendo que se necesita hacerle una llamada para que regresen: “Comprendan, que en verdad, ustedes no dan ni siquiera un paso, a menos que utilicen la frecuencia divina que son”. Tú no puedes vivir ni moverte sin ser la persona divina que eres, el ejemplo divino. Así que te corresponde subir más alto, para llegar a ese lugar donde verdaderamente reconoces tu valor.

Muchos en tu mundo en este momento no reconocen su valor. No reconocen a la divinidad de donde han venido. No saben que pueden ser felices. Se les ha enseñado desde hace mucho tiempo de que ellos son algo muy pequeño e insignificante, y que por ello deben esforzarse cada vez más, y asumen ese mensaje de que no son los mejores, de que no son perfectos, porque obviamente se supone que deben esforzarse más para ser los mejores.

Pero ellos son y hacen todo lo mejor que saben. Incluso aun cuando estén dando una pataleta de rabia, en realidad quieren decir: “yo no soy feliz conmigo mismo”, y lo expresan actuándolo. Pero quieren ser felices consigo mismo, y quisieran tener a alguien que pueda ser la presencia de la calma, que fuera la presencia del ser divino estando entre ellos para que les mostrara el camino.

Me han llamado el que señala el camino, y lo soy. Pero tú también eres uno de los que señala el camino, y has venido a esta vida con el encargo de un trabajo que tienes que hacer, el de ser el que señala el camino, de demostrar cómo se puede vivir la vida humana y ser feliz en ella, de mostrar cómo se puede vivir la vida humana y estar entusiasmado por ello, de cómo puedes vivir la vida humana y amar a todos y a cada uno de aquellos con los que entras en contacto, aunque al principio no parezcan que sean muy amables.

Pero puedes amarlos. Y al amarlos, te amas a ti mismo, porque no hay separación. Cuando los ojos de un ser humano se fijan en otro ser humano, es una oportunidad para morar en el amor, para estar en el lugar del ser sublime, fuera del alcance de la voz del mundo por un momento, por el tiempo suficiente para que los eleves a la frecuencia en la que tú estás. Eso es lo que tú realmente quieres ser. Eso es lo que tú realmente quieres hacer.

Quieres estar en el espacio del amor sublime, el lugar que sabe: “Hey, estoy bien”, y tú eres ese lugar. “Yo soy el emisario del amor. Estoy ayudando a otros a reconocer lo bueno que hay en la vida”. Porque, como ya lo he dicho, muchos no reconocen que hay cosas buenas en la vida humana. Solo ven las faltas y las fallas, y muchas veces se vuelven contra ellos mismos, y luego no son felices y nadie a su alrededor es feliz.

Pero puedes mirar hacia el centro de su ser. Puedes ayudarlos con palabras, con una sonrisa, animándolos para que reconozcan que realmente hay algo bueno en esta encarnación. Y lo hay: hay muchas cosas buenas en esta encarnación.

Te inscribiste porque es un momento muy importante. Es un momento de elección para la humanidad. Es un momento de elección en el que muchos estarán tomando la elección de si van hacia adelante o van hacia atrás. Las apuestas son muy altas. Si no eligen seguir adelante, retrocederán.

Dijiste antes de encarnar: “Envíame, yo iré. Yo seré la voz que clama en el desierto. Seré la voz que habla del amor. He venido para salir con éxito en mis pruebas y en mis duras experiencias al lugar donde sé que hay que tomar una elección, y yo elijo vivir en la Luz”.

Has venido para salir adelante en esta vida de tinieblas. Has venido para vencer en estos tiempos, incluso en esta vida, en la que han existido tinieblas como lo has percibido. Pero ustedes han venido hasta este preciso momento donde han reclamado su propósito, donde tienen el discernimiento consciente de su propósito, y desde donde están viviendo desde el lugar del amor, el lugar de la Luz.

Ustedes ya habían elegido hacer la elección en este momento como ejemplo para los demás. Cuando algo venga a tu consciencia, haz una pausa por un momento. No te apresures, sino que respira profundamente y pregúntate: “¿Qué está realmente sucediendo aquí?” Alguien aquí es infeliz. Alguien está actuando desde un lugar de inutilidad, desde un lugar donde hay dolor y juicio.

En ese momento, sostenlos en la Luz. En ese momento, detente, respira, sostenlos en la Luz. Ellos se preguntarán qué estás haciendo, y tú sonreirás. Y le dirás: “yo sé lo digno y valioso que eres. Sé que eres alguien valioso. Eres valioso para mí porque eres mi amigo, mi amiga. Eres valioso para mí porque caminamos juntos”. Encontrarás las palabras que vas a decirles, porque conocerás su inmenso valor.

Todos ustedes han sido preparados y entrenados en esta vida para llegar hasta este punto porque va a ser y es en este momento lo más necesario para la Luz. No puedo enfatizar esto lo suficiente. Esto será, en los próximos seis meses (este artículo fue canalizado en octubre 2016, N. del T.), cuando llegue el punto de elección más maravilloso —el punto de elección— para ustedes y para los hermanos y hermanas. No es poca cosa. Y tú has dicho: “Estoy listo”. Antes de encarnar, tú dijiste: “Estoy listo. Envíame. Voy a ir”.

Como ves, antes de encarnar te reuniste con aquellos que tú ves como los maestros. Te reuniste con el consejo de aquellos maestros que son de la Luz, y formulaste en un diseño preliminar lo que tú ibas a hacer en esta encarnación, en la próxima vida que tendrías, no con todos los detalles, porque tienes libre elección en cuanto a los detalles, pero en todo lo general ya lo habías  elegido antes de encarnar. El total general ya ha sido planeado, y tú dijiste: “Sí”, a ese plan.

Tú dijiste: “Haré lo que sea necesario”, en cuanto a lo que concierne a mi entrenamiento. Que puede ser un entrenamiento formal o puede ser un entrenamiento informal, estás son todas las opciones de aprendizaje, en términos generales, que haces en tu vida. Y tu aprendizaje, como sabes, proviene de varias vías: los libros que lees, las personas con las que te asocias, las clases que tomas, las experiencias por las que pasas. Eso ha sido el entrenamiento.

Cada uno de ustedes es un experto en algo, y muchas veces es experto en más de una cosa. Eres un experto en darte cuenta de aquello en lo que otra persona puede estar sufriendo. Eres un experto en ver la Luz, incluso la más pequeña chispa de Luz que él o ella no ve, pero tú la ves por ellos. Siempre está ahí. Puedes encontrarla. Y ese es el más grande de todos los regalos que puedes darle a otro: ver su Luz, encontrar la chispa de Luz que ellos son, y luego reflejársela de nuevo de regreso a ellos, de forma tal que ellos la entiendan.

Eso fue lo que firmaste, a eso te comprometiste, y no es poca cosa. Esto ya lo has sentido, porque has atravesado algunos de los disturbios y golpes que te ha dado el mundo, y no es poca cosa. Tú dijiste: “Yo soy lo suficientemente fuerte. Iré al infierno y volveré” —y eso lo has tenido en tu vida, has conocido momentos de infierno y momento de cielo. “Yo sabré lo que es sentirse estar en las profundidades del infierno y preguntarse: ¿Hay alguna razón para seguir?” Y entonces, en cierto pequeño punto que existe dentro de ti, ha llegado la pequeña Voz calmada que ha dicho: “Allí está la razón. Tú eres la Luz”. Y comenzaste el ascenso hacia arriba en ese punto.

Tú has venido para salir adelante en este entrenamiento maravilloso, y no solo en cuanto al entrenamiento formal, sino en cuanto al entrenamiento del mundo que dice que hay un lenguaje que los hermanos y hermanas pueden entender, y es el lenguaje del apoyo, de la amistad. A veces esto puede parecer que es como una bellota muy dura de romper, pero tú no te rindes. Tú ves su Luz. Ves lo que puede ser, y sigues creyendo en ellos. Sigues reconociendo que ellos son esa chispa divina de Luz, y tú alientas a la Luz tan a menudo como puedes. Tú la alientas al ser tú mismo la Luz, que hace surgir la Luz en los demás y les permite ver que tal vez por un día más, por una hora más, pueden seguir manteniéndola. Debido a que muchos de los hermanos y hermanas, como te has dado cuenta, especialmente en este tiempo, que es un punto del tiempo en el que hay que hacer una elección, se están preguntando: “¿Hay algo por lo que vale la pena vivir?” Y vienes tú y te les quedas mirándolos a los ojos, y secretamente les dices: “Yo creo en ti”. Incluso puedes decírselos con palabras: “Yo creo en ti”.

Eso, mi amado, mi amada, lo cambia todo, cuando le dices a otra persona: “Yo creo en ti. Sé quién eres. Yo sé de qué estás hecho”. Quizá quieran rechazarlo, porque no lo han oído antes, no lo saben. Pero tú sigues siendo su amigo, su amiga, y ellos podrían de una manera muy ruda tratar de apartarte a la fuerza. Porque, como ves, si ellos reconocieran que son la Luz, entonces tendrían que empezar a actuar como la Luz, y tendrían que, de vez en cuando, poner una sonrisa en su cara. Tal vez eso no ha sido parte de su entrenamiento. Tal vez sienten que eso es algo muy extraño para ellos.

Pero tú sigues sonriendo y sigues creyendo en ellos, y sigues siendo su amigo, y luego ellos dicen: “Bueno, si él cree en mí... bueno, no creo que esté equivocado, pero...”. Hasta llegan a examinarse a sí mismos para encontrar un poco de Luz, y tú los alientas. Le preguntas: “¿Qué te hace feliz? ¿Qué te hace sentir que mereces algo?”.

 “Bueno, absolutamente nada. Desde hace mucho tiempo me dijeron que yo era algo muy pequeño e insignificante que no valía nada. Nadie sabía el por qué yo había encarnado aquí”. Y tú le dices: “Sí, pero eso fue en ese entonces, y esto es ahora, y yo creo en ti. Yo sé del trabajo que has venido a hacer, y sé que es difícil, pero creo en ti, y sé que puedes hacerlo”.

 “Está bien, bueno, todo está bien”. Ves, le hablas a otra persona directamente y le dices: “Yo sé que tú puedes hacerlo. Sé que estás aquí por una razón, por una muy buena razón. Yo, lo sé” —no obstante quieres ponerlo en palabras— “nuestro Padre no hace cosas sin valor. Tú has oído ese dicho. Sé que es muy cierto. Hay algo en ti que vale mucho. Yo lo veo. Lo sé. Yo creo en ti”.

Algunos en este punto pueden salir corriendo, pero luego regresarán, o pueden decir: “Bueno, ¿por qué?” Y luego empiezas a enumerarles lo que ves de la Luz en ellos. Hay Luz verdadera en cada persona. Hay algo que puedes encontrar que puedes explicarles en detalle, que puedes decirles. Y esto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, la muerte en el nivel del alma, donde ellos se vuelven a dormir.

El trabajo que ustedes acordaron antes de encarnar fue pasar por la vida humana para que otros hermanos y hermanas pudieran verlos como humanos, para que ellos vieran que ustedes han pasado por pruebas y por duras experiencias, que la vida no les ha sido completamente fácil. Pero que han llegado a un lugar desde donde pueden creer en algo bueno.

Cuando ellos vean que tú has pasado por pruebas y duras experiencias, ellos tendrán la oportunidad de elegir. Tú no puedes tomar esa decisión por ellos. A ti ciertamente te gustaría hacerlo. Hace dos mil años a mí me hubiese gustado haber podido elegir por todos. Pero lo demostré y les dije: “Tu vida vale más de lo que sabes. Lo que actualmente estás viviendo vale más de lo que sabes. Te estás expandiendo en la vida eterna que es algo muy bueno, no en el infierno eterno, sino en el cielo eterno. Puedes tener el cielo, aunque no tengas monedas de oro, aunque no tengas un cuerpo que funcione, unas piernas que funcionen, unos ojos que funcionen, tú todavía tienes vida”, les dije.

Y mientras haya vida, tienes opciones, y tú puedes elegir la felicidad. Incluso si no tienes todos los bienes mundanos —de hecho, los bienes mundanos a veces se interponen en el camino— incluso si no tienes todo lo que supuestamente te hace rico, tienes vida y eres rico, porque tienes vida. Y puedes seguir adelante, momento a momento, creyendo en lo mejor de ti mismo.

Incluso cuando estás en el fondo y parece que ese es el punto más bajo, siempre hay alguien que cree en ti, y tú debes  ser como esa persona para los demás.

Eso fue lo que firmaste, a eso te comprometiste, y no es un mal contrato: ser la Luz para otros. Has estado en la oscuridad, sabes lo duro que se siente estar en la oscuridad. Sabes lo duro que se siente el que te arrebaten todo, y que sin embargo, lo único que no te pueden quitar es la vida, tú sigues viviendo. Aunque fallezca el cuerpo, sigues viviendo.

Y les digo, a aquellos que quieren acabar con el cuerpo, que no pueden hacer desaparecer a la consciencia, lo siento. Pero aquellos que aniquilan el cuerpo se encuentran a sí mismos vivos, y también se encuentran en un punto de elección: “¿Qué voy a hacer ahora?” Porque hay consciencia, hay consciencia. Hay conocimiento. Hay elección.

Incluso si no tienes el cuerpo, tú todavía sigues viviendo. Tú vas a elegir una y otra vez, hasta que finalmente elijas la vida y digas: “Está bien, he tenido suficiente de esto de estar en el fondo de todo. Con eso ya he tenido suficiente ”. Y empiezas a mirar hacia arriba.

Todos ustedes han estado en ese lugar, ya sea en esta vida o en otra, donde han estado en el nivel inferior, en el que ya no podían hundirse más, y entonces han tomado la decisión de subir, de mirar hacia arriba. Y muchas veces ha habido alguien a tu lado para ayudarte. Porque, como ves, no hay separación, y cuando pides ayuda, tiene que haber una respuesta. Y ustedes, muy a menudo, pueden ser la respuesta a la oración de otro, a la oración desesperada de otro.

Es para eso para lo que has venido. Quiero que lo oigas profundamente. Quiero que lo oigas, porque te lo has preguntado. Te has preguntado: “¿Por qué estoy aquí? ¿Estoy haciendo todas las cosas correctas?, porque no parece que sea lo suficiente”. Y eso es porque cada día te brinda la oportunidad de ser Quien tú eres, de compartir la Luz.

Cada día en cada encarnación y en cada día después de la encarnación, hay oportunidad de elección. Hay oportunidad para la Luz. Hay una oportunidad para el corazón expandido; un corazón que vive en el amor y solo conoce el amor. Cuando llegas a ese lugar, hay éxtasis. Cuando llegues a ese lugar —puedes tocarlo mientras estás encarnado— puedes tocar ese lugar de éxtasis donde sabes: “Dios mío, soy más de lo que jamás pensé que podría ser. Dios mío”. Y utilizo estas palabras deliberadamente, porque realmente es tu Dios Mismo quien te responde.

¿Sientes la energía? De eso se trata este mensaje, acerca de sentir la energía, la energía de Dios que fluye a través de ti, y de llegar a estar verdaderamente vivo en ella, saber que verdaderamente: “Yo estoy hecho de la sustancia de Dios. Estoy hecho para dar sonrisas, para dar la Luz a otros. Para eso fue que me inscribí. Me preguntaba por qué estaba aquí. Me preguntaba: ‘¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué todavía estoy aquí?’ ” Bueno, porque tu trabajo aún no ha terminado. Porque hay quienes necesitan ver la Luz, que son aquellos que necesitan ver el amor, aquellos que vienen a ti y te preguntan: “¿De qué se trata la vida? ¿Por qué todavía estoy aquí? ¿Qué debo hacer?”.

Como te hemos dicho muchas veces, no hay un “debería” excepto para la elección, para lo que elijas en cada momento sentir, vivir y compartir. Elije sabiamente, porque si no lo haces, tendrás otra oportunidad de elegir. Porque nuestro Padre, el Dios nuestro, siempre está dando, siempre está ofreciendo la oportunidad para el amor, para conocer, experimentar y expresar Todo Lo Que Es.

Y cuando llegues al lugar en donde se expresa Todo Lo Que Es, habrás hecho tu trabajo. Pero una vez que hayas hecho tu trabajo, voy a compartir esto contigo, no te detienes. Vuelves a hacerlo una y otra vez, porque se siente tan bien, porque es tu propio despertar, es tu propia elección elegir por amor, elegir por la vida, y elegir por la felicidad, la exaltada felicidad de saber que Yo soy Luz. “Hey, bueno, eso se siente bien. Sí, me gusta rebotar como la Luz. Eso se siente bien. Quiero compartirlo”.

Así que esto realmente te activa y te enciende, y todos los que te rodean se tienen que cubrir con una sombrilla porque tú Luz es tan resplandeciente, o si no se unen contigo en la Luz. Cada vez más hermanos y hermanas se van a unir a ti, porque en esta presente vida, dentro de los próximos seis meses (hasta marzo 2017, N. del T.) habrá un momento de elección en el cual muchos tendrán que elegir: si seguirán con el patrón de oscuridad o si eligen por la Luz. Y debido a que tú has venido a través de las experiencias en las tinieblas, tú puedes hablar con ellos. Puedes mostrarles cómo se siente ser Luz y que en verdad tú los conoces y crees en ellos, porque sabes de qué están hechos.

En los próximos seis meses de tu tiempo tú vas a estar muy entusiasmado, muy activo, porque esto es en extremo necesario. En los próximos seis meses, especialmente, tú vas a ver las oportunidades de vivir, de amar, de ser Luz. ¿Y qué va a pasar después de esos seis meses? Ah, eso depende de ti. Eso no está escrito.

Pero me reuniré con ustedes allí. Nunca caminan solos. Siempre camino con ustedes. Siempre les susurro en el oído. Siempre les cuento un cuento, una historia, un chiste, una forma fácil de ver algo. Y antes de que se den cuenta, ya están sonriendo, ya están riendo, están diciendo: “Ha, vale, eso es un pensamiento muy divertido. Me gusta eso”.

Caminamos juntos. Que así sea.

- Jeshua ben Joseph 
(Jesús el hijo de José) 
en expresión a través de Judith Coates.

Traducido por: 
Oscar Ruiz

Enlace del texto original en:





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