Jeshua Habla acerca de: octubre 2016
Tú Propósito en la Vida
Amado, hablemos de tu propósito en esta vida. No
es por casualidad que has elegido esta encarnación. No es por casualidad que has
encontrado muchas cosas en agitación. No es por accidente que has venido a
cultivar la tierra de los que quieren despertar, pero que no saben cómo hacerlo.
Ustedes se han estado preparando y entrenando en
esta vida, y han traído ciertas características de otras vidas que les ayudan a
relacionarse con los hermanos y hermanas. Ustedes han traído cierto
conocimiento, quizás incluso en lo que ustedes llaman el nivel inconsciente o
subconsciente de la mente, que influye en la forma cómo observan las cosas, al
menos al principio. Luego ustedes hacen valer lo que han leído, estudiado, u oído
en esta vida para ver como concuerda con el mensaje que vinieron a compartir.
Tu propósito en esta vida es ayudar, dar
asistencia, para aumentar el despertar de la consciencia de la divinidad, en
primer lugar dentro de ti mismo, pero a medida que lo vas logrando, esto se
hace contagioso. Extendiéndose a otros. Como lo fue hace dos mil años, cuando yo
traje un mensaje. Yo tenía un propósito. Vine con el mensaje de que tú eres el
Cristo encarnado. De que tú eres el amor y que eres divino. Y de que en verdad,
nunca te has separado de tu Fuente —con "F" mayúscula.
Tú has venido aquí como una extensión de la
Fuente, de tu divinidad. A veces lo sabes. A veces actúas de acuerdo con ello,
muchas veces no lo haces. Muchas veces estás tan centrado en lo que está justo
delante de ti que es difícil que veas el panorama completo. Es por eso que a
menudo te digo que es una buena idea que pases tiempo en calmada y tranquila
meditación y que pases tiempo en silencio en la naturaleza.
No tienes que hacer una meditación de tipo
formal. Eso sería bueno, si quieres hacerlo, pero puedes permitirte expandirte
a la frecuencia de la naturaleza, expandirte a la frecuencia de los árboles, de
las plantas, del agua que fluye, expandirte a esa frecuencia y asumirla como
algo propio. Comprende que, en verdad, eres tú quien puede lograr esto justo en
el momento en el que sientes las frecuencias.
Podría haber alguien parado junto a ti y no vería
el río, es difícil de creer, porque para ti esto es algo bastante obvio. Está
justo ahí. Pero esto es algo muy individual que tú captas e interpretas.
Las frecuencias están a tu alrededor. Las
frecuencias son de diferentes colores. A veces, incluso con los ojos humanos,
puedes captar ciertas frecuencias y ver los diferentes colores, como en el arco
iris. Allí tienes la frecuencia de la energía que se presenta, obviamente en
diversos colores, y ves esos diversos colores con los ojos humanos. En este
instante todo a tu alrededor son frecuencias. Podrías conectarte a alguno de esos
aparatos tecnológicos y estos te mostrarían tu frecuencia.
Y si alguien se acerca a ti y te dice que la mascota que tanto amas fue atropellada por un automóvil, tu frecuencia cambiaría inmediatamente.
O si alguien te dice: “Tienes el boleto
ganador de la lotería, eres multimillonario”, tu frecuencia cambiaría. Podrías
sentir como cambia la frecuencia y hasta podrías verla, es posible registrarla
en alguno de los inventos tecnológicos.
En cada momento cuando estás calmado, en cada
momento en el que estás inmerso en la energía, hay algo que realmente está sucediendo,
tu frecuencia cambia. Otros pueden sentir esto. Es por eso que te sientes
atraído por aquellos que tienen esa misma frecuencia, es por eso qué te
sientes atraído por los que están felices, porque tú quieres estar en la frecuencia
en la que ellos están. Porque se siente bien, se siente más ligero.
Tú amas a aquellos que a veces están en una
frecuencia más pesada, pero no siempre quieres estar en esa frecuencia. Incluso
si no la estás midiendo, puedes sentirla.
Hace dos mil años yo vine con un mensaje. Vine a
decirles que ustedes son el amor, que son Luz, que son la extensión de la
Fuente divina de energía, y que verdaderamente, incluso mientras están
activos en el cuerpo, pueden conocer a su Fuente. Pueden reconocer a la fuerza
del oleaje -digámoslo de esa manera- de la energía, cuando llegas a conocer el
amor del Ser, y no me refiero al amor del ser (del yo) egoísta, sino al amor del
Ser —con “S” mayúscula— donde asumes la verdad de tu ser y sigues adelante con eso
de una manera feliz.
Eso es lo que te estoy pidiendo ahora: que te
apoderes de la alegría del ser. Cuando ves a tu amada mascota y tu corazón se
abre, es de eso de lo que te estoy hablando. Cuando ves la inocencia de tu amada
mascota —y seguro, que ellas tienen ciertos rasgos que utilizan para conseguir
que hagas las cosas que quieren que hagas, pero en verdad que son seres inocentes
que caminan en cuatro patas, que vuelan con sus alas, o que nadan en el agua, o
como quiera que anden. Ellas son el Amor encarnado, al igual que tú.
Pero a menudo la humanidad está tan absorta mirando
afuera tratando de ver las muy variadas frecuencias de lo que sea que está
sucediendo que se necesita hacerle una llamada para que regresen: “Comprendan, que en verdad, ustedes no dan
ni siquiera un paso, a menos que utilicen la frecuencia divina que son”. Tú
no puedes vivir ni moverte sin ser la persona divina que eres, el ejemplo
divino. Así que te corresponde subir más alto, para llegar a ese lugar donde
verdaderamente reconoces tu valor.
Muchos en tu mundo en este momento no reconocen
su valor. No reconocen a la divinidad de donde han venido. No saben que pueden
ser felices. Se les ha enseñado desde hace mucho tiempo de que ellos son algo
muy pequeño e insignificante, y que por ello deben esforzarse cada vez más, y asumen
ese mensaje de que no son los mejores, de que no son perfectos, porque
obviamente se supone que deben esforzarse más para ser los mejores.
Pero ellos son y hacen todo lo mejor que saben.
Incluso aun cuando estén dando una pataleta de rabia, en realidad quieren decir:
“yo no soy feliz conmigo mismo”, y lo
expresan actuándolo. Pero quieren ser felices consigo mismo, y quisieran tener
a alguien que pueda ser la presencia de la calma, que fuera la presencia del
ser divino estando entre ellos para que les mostrara el camino.
Me han llamado el que señala el camino, y lo soy.
Pero tú también eres uno de los que señala el camino, y has venido a esta vida con
el encargo de un trabajo que tienes que hacer, el de ser el que señala el
camino, de demostrar cómo se puede vivir la vida humana y ser feliz en ella, de
mostrar cómo se puede vivir la vida humana y estar entusiasmado por ello, de cómo
puedes vivir la vida humana y amar a todos y a cada uno de aquellos con los que
entras en contacto, aunque al principio no parezcan que sean muy amables.
Pero puedes amarlos. Y al amarlos, te amas a ti
mismo, porque no hay separación. Cuando los ojos de un ser humano se fijan en otro ser humano, es una oportunidad para morar en el amor, para estar en
el lugar del ser sublime, fuera del alcance de la voz del mundo por un momento,
por el tiempo suficiente para que los eleves a la frecuencia en la que tú estás.
Eso es lo que tú realmente quieres ser. Eso es lo que tú realmente quieres
hacer.
Quieres estar en el espacio del amor sublime, el
lugar que sabe: “Hey, estoy bien”, y
tú eres ese lugar. “Yo soy el emisario
del amor. Estoy ayudando a otros a reconocer lo bueno que hay en la vida”. Porque,
como ya lo he dicho, muchos no reconocen que hay cosas buenas en la vida
humana. Solo ven las faltas y las fallas, y muchas veces se vuelven contra ellos
mismos, y luego no son felices y nadie a su alrededor es feliz.
Pero puedes mirar hacia el centro de su ser.
Puedes ayudarlos con palabras, con una sonrisa, animándolos para que reconozcan
que realmente hay algo bueno en esta encarnación. Y lo hay: hay muchas cosas buenas
en esta encarnación.
Te inscribiste porque es un momento muy
importante. Es un momento de elección para la humanidad. Es un momento de
elección en el que muchos estarán tomando la elección de si van hacia adelante
o van hacia atrás. Las apuestas son muy altas. Si no eligen seguir adelante,
retrocederán.
Dijiste antes de encarnar: “Envíame, yo iré. Yo seré la voz que clama en el desierto. Seré la voz
que habla del amor. He venido para salir con éxito en mis pruebas y en mis
duras experiencias al lugar donde sé que hay que tomar una elección, y yo elijo
vivir en la Luz”.
Has venido para salir adelante en esta vida de
tinieblas. Has venido para vencer en estos tiempos, incluso en esta vida, en la
que han existido tinieblas como lo has percibido. Pero ustedes han venido hasta
este preciso momento donde han reclamado su propósito, donde tienen el discernimiento
consciente de su propósito, y desde donde están viviendo desde el lugar del
amor, el lugar de la Luz.
Ustedes ya habían elegido hacer la elección en
este momento como ejemplo para los demás. Cuando algo venga a tu consciencia,
haz una pausa por un momento. No te apresures, sino que respira profundamente y
pregúntate: “¿Qué está realmente sucediendo
aquí?” Alguien aquí es infeliz. Alguien está actuando desde un lugar de
inutilidad, desde un lugar donde hay dolor y juicio.
En ese momento, sostenlos en la Luz. En ese momento,
detente, respira, sostenlos en la Luz. Ellos se preguntarán qué estás haciendo,
y tú sonreirás. Y le dirás: “yo sé lo digno y
valioso que eres. Sé que eres alguien valioso. Eres valioso para mí porque eres
mi amigo, mi amiga. Eres valioso para mí porque caminamos juntos”. Encontrarás las palabras
que vas a decirles, porque conocerás su inmenso valor.
Todos ustedes han sido preparados y entrenados en
esta vida para llegar hasta este punto porque va a ser y es en este momento lo más
necesario para la Luz. No puedo enfatizar esto lo suficiente. Esto será, en los
próximos seis meses (este artículo fue canalizado en octubre 2016, N. del T.), cuando llegue el punto de elección más maravilloso —el punto
de elección— para ustedes y para los hermanos y hermanas. No es poca cosa. Y tú
has dicho: “Estoy listo”. Antes de encarnar, tú dijiste: “Estoy listo. Envíame.
Voy a ir”.
Como ves, antes de encarnar te reuniste con aquellos
que tú ves como los maestros. Te reuniste con el consejo de aquellos maestros que son de
la Luz, y formulaste en un diseño preliminar lo que tú ibas a hacer en esta
encarnación, en la próxima vida que tendrías, no con todos los detalles, porque
tienes libre elección en cuanto a los detalles, pero en todo lo general ya lo habías elegido antes de encarnar. El total general ya ha sido planeado, y tú
dijiste: “Sí”, a ese plan.
Tú dijiste: “Haré
lo que sea necesario”, en cuanto a lo que concierne a mi entrenamiento. Que
puede ser un entrenamiento formal o puede ser un entrenamiento informal, estás son todas
las opciones de aprendizaje, en términos generales, que haces en tu vida. Y tu
aprendizaje, como sabes, proviene de varias vías: los libros que lees, las
personas con las que te asocias, las clases que tomas, las experiencias por las
que pasas. Eso ha sido el entrenamiento.
Cada uno de ustedes es un experto en algo, y
muchas veces es experto en más de una cosa. Eres un experto en darte cuenta de
aquello en lo que otra persona puede estar sufriendo. Eres un experto en ver la
Luz, incluso la más pequeña chispa de Luz que él o ella no ve, pero tú la ves
por ellos. Siempre está ahí. Puedes encontrarla. Y ese es el más grande de todos
los regalos que puedes darle a otro: ver su Luz, encontrar la chispa de Luz que
ellos son, y luego reflejársela de nuevo de regreso a ellos, de forma tal que ellos la entiendan.
Eso fue lo que firmaste, a eso te comprometiste, y
no es poca cosa. Esto ya lo has sentido, porque has atravesado algunos de los disturbios
y golpes que te ha dado el mundo, y no es poca cosa. Tú dijiste: “Yo soy lo suficientemente fuerte. Iré al
infierno y volveré” —y eso lo has tenido en tu vida, has conocido momentos
de infierno y momento de cielo. “Yo sabré
lo que es sentirse estar en las profundidades del infierno y preguntarse: ¿Hay
alguna razón para seguir?” Y entonces, en cierto pequeño punto que existe dentro
de ti, ha llegado la pequeña Voz calmada que ha dicho: “Allí está la razón. Tú eres la Luz”. Y comenzaste el ascenso hacia
arriba en ese punto.
Tú has venido para salir adelante en este entrenamiento
maravilloso, y no solo en cuanto al entrenamiento formal, sino en cuanto al
entrenamiento del mundo que dice que hay un lenguaje que los hermanos y
hermanas pueden entender, y es el lenguaje del apoyo, de la amistad. A veces esto
puede parecer que es como una bellota muy dura de romper, pero tú no te rindes.
Tú ves su Luz. Ves lo que puede ser, y sigues creyendo en ellos. Sigues reconociendo
que ellos son esa chispa divina de Luz, y tú alientas a la Luz tan a menudo
como puedes. Tú la alientas al ser tú mismo la Luz, que hace surgir la Luz en
los demás y les permite ver que tal vez por un día más, por una hora más,
pueden seguir manteniéndola. Debido a que muchos de los hermanos y hermanas,
como te has dado cuenta, especialmente en este tiempo, que es un punto del
tiempo en el que hay que hacer una elección, se están preguntando: “¿Hay algo por lo que vale la pena vivir?”
Y vienes tú y te les quedas mirándolos a los ojos, y secretamente les dices: “Yo creo en ti”. Incluso puedes decírselos
con palabras: “Yo creo en ti”.
Eso, mi amado,
mi amada, lo cambia todo, cuando le dices a otra persona: “Yo creo en ti. Sé quién
eres. Yo sé de qué estás hecho”. Quizá quieran rechazarlo, porque no lo han
oído antes, no lo saben. Pero tú sigues siendo su amigo, su amiga, y ellos podrían de una
manera muy ruda tratar de apartarte a la fuerza. Porque, como ves, si ellos reconocieran
que son la Luz, entonces tendrían que empezar a actuar como la Luz, y tendrían
que, de vez en cuando, poner una sonrisa en su cara. Tal vez eso no ha sido parte
de su entrenamiento. Tal vez sienten que eso es algo muy extraño para ellos.
Pero tú sigues sonriendo y sigues creyendo en
ellos, y sigues siendo su amigo, y luego ellos dicen: “Bueno, si él cree en mí... bueno, no creo que esté equivocado, pero...”.
Hasta llegan a examinarse a sí mismos para encontrar un poco de Luz, y tú los
alientas. Le preguntas: “¿Qué te hace
feliz? ¿Qué te hace sentir que mereces algo?”.
“Bueno,
absolutamente nada. Desde hace mucho tiempo me dijeron que yo era algo muy pequeño
e insignificante que no valía nada. Nadie sabía el por qué yo había encarnado aquí”.
Y tú le dices: “Sí, pero eso fue en
ese entonces, y esto es ahora, y yo creo en ti. Yo sé del trabajo que has
venido a hacer, y sé que es difícil, pero creo en ti, y sé que puedes hacerlo”.
“Está bien,
bueno, todo está bien”. Ves, le hablas a otra persona directamente y le
dices: “Yo sé que tú puedes hacerlo. Sé
que estás aquí por una razón, por una muy buena razón. Yo, lo sé” —no obstante
quieres ponerlo en palabras— “nuestro
Padre no hace cosas sin valor. Tú has oído ese dicho. Sé que es muy cierto. Hay
algo en ti que vale mucho. Yo lo veo. Lo sé. Yo creo en ti”.
Algunos en este punto pueden salir corriendo,
pero luego regresarán, o pueden decir: “Bueno,
¿por qué?” Y luego empiezas a enumerarles lo que ves de la Luz en ellos.
Hay Luz verdadera en cada persona. Hay algo que puedes encontrar que puedes explicarles
en detalle, que puedes decirles. Y esto puede significar la diferencia entre la
vida y la muerte, la muerte en el nivel del alma, donde ellos se vuelven a
dormir.
El trabajo que ustedes acordaron antes de
encarnar fue pasar por la vida humana para que otros hermanos y hermanas pudieran
verlos como humanos, para que ellos vieran que ustedes han pasado por pruebas y
por duras experiencias, que la vida no les ha sido completamente fácil. Pero que
han llegado a un lugar desde donde pueden creer en algo bueno.
Cuando ellos vean que tú has pasado por pruebas y
duras experiencias, ellos tendrán la oportunidad de elegir. Tú no puedes tomar
esa decisión por ellos. A ti ciertamente te gustaría hacerlo. Hace dos mil años
a mí me hubiese gustado haber podido elegir por todos. Pero lo demostré y les dije:
“Tu vida vale más de lo que sabes. Lo que
actualmente estás viviendo vale más de lo que sabes. Te estás expandiendo en la
vida eterna que es algo muy bueno, no en el infierno eterno, sino en el cielo
eterno. Puedes tener el cielo, aunque no tengas monedas de oro, aunque no
tengas un cuerpo que funcione, unas piernas que funcionen, unos ojos que
funcionen, tú todavía tienes vida”, les dije.
Y mientras haya vida, tienes opciones, y tú puedes
elegir la felicidad. Incluso si no tienes todos los bienes mundanos —de hecho,
los bienes mundanos a veces se interponen en el camino— incluso si no tienes
todo lo que supuestamente te hace rico, tienes vida y eres rico, porque tienes
vida. Y puedes seguir adelante, momento a momento, creyendo en lo mejor de ti
mismo.
Incluso cuando estás en el fondo y parece que ese
es el punto más bajo, siempre hay alguien que cree en ti, y tú debes ser como
esa persona para los demás.
Eso fue lo que firmaste, a eso te
comprometiste, y no es un mal contrato: ser la Luz para otros. Has estado en la
oscuridad, sabes lo duro que se siente estar en la oscuridad. Sabes lo duro que
se siente el que te arrebaten todo, y que sin embargo, lo único que no te
pueden quitar es la vida, tú sigues viviendo. Aunque fallezca el cuerpo,
sigues viviendo.
Y les digo, a aquellos que quieren acabar con el
cuerpo, que no pueden hacer desaparecer a la consciencia, lo siento. Pero
aquellos que aniquilan el cuerpo se encuentran a sí mismos vivos, y también se
encuentran en un punto de elección: “¿Qué
voy a hacer ahora?” Porque hay consciencia, hay consciencia. Hay
conocimiento. Hay elección.
Incluso si no tienes el cuerpo, tú todavía sigues
viviendo. Tú vas a elegir una y otra vez, hasta que finalmente elijas la vida y digas:
“Está bien, he tenido suficiente de esto
de estar en el fondo de todo. Con eso ya he tenido suficiente ”. Y empiezas a
mirar hacia arriba.
Todos ustedes han estado en ese lugar, ya sea en
esta vida o en otra, donde han estado en el nivel inferior, en el que ya no podían
hundirse más, y entonces han tomado la decisión de subir, de mirar hacia
arriba. Y muchas veces ha habido alguien a tu lado para ayudarte. Porque, como
ves, no hay separación, y cuando pides ayuda, tiene que haber una respuesta. Y
ustedes, muy a menudo, pueden ser la respuesta a la oración de otro, a la
oración desesperada de otro.
Es para eso para lo que has venido. Quiero que lo
oigas profundamente. Quiero que lo oigas, porque te lo has preguntado. Te has
preguntado: “¿Por qué estoy aquí? ¿Estoy
haciendo todas las cosas correctas?, porque no parece que sea lo suficiente”. Y
eso es porque cada día te brinda la oportunidad de ser Quien tú eres, de
compartir la Luz.
Cada día en cada encarnación y en cada día
después de la encarnación, hay oportunidad de elección. Hay oportunidad para la
Luz. Hay una oportunidad para el corazón expandido; un corazón que vive en el
amor y solo conoce el amor. Cuando llegas a ese lugar, hay éxtasis. Cuando
llegues a ese lugar —puedes tocarlo mientras estás encarnado— puedes tocar ese
lugar de éxtasis donde sabes: “Dios mío,
soy más de lo que jamás pensé que podría ser. Dios mío”. Y utilizo estas
palabras deliberadamente, porque realmente es tu Dios Mismo quien te responde.
¿Sientes la energía? De eso se trata este
mensaje, acerca de sentir la energía, la energía de Dios que fluye a través de
ti, y de llegar a estar verdaderamente vivo en ella, saber que verdaderamente: “Yo estoy
hecho de la sustancia de Dios. Estoy hecho para dar sonrisas, para dar la Luz a otros. Para
eso fue que me inscribí. Me preguntaba por qué estaba aquí. Me preguntaba: ‘¿Por
qué estoy aquí? ¿Por qué todavía estoy aquí?’ ”
Bueno, porque tu trabajo aún no ha terminado. Porque hay quienes
necesitan ver la Luz, que son aquellos que necesitan ver el amor, aquellos que vienen
a ti y te preguntan: “¿De qué se trata la
vida? ¿Por qué todavía estoy aquí? ¿Qué debo hacer?”.
Como te hemos dicho muchas veces, no hay un “debería”
excepto para la elección, para lo que elijas en cada momento sentir, vivir y
compartir. Elije sabiamente, porque si no lo haces, tendrás otra oportunidad de
elegir. Porque nuestro Padre, el Dios nuestro, siempre está dando, siempre está
ofreciendo la oportunidad para el amor, para conocer, experimentar y expresar
Todo Lo Que Es.
Y cuando llegues al lugar en donde se expresa
Todo Lo Que Es, habrás hecho tu trabajo. Pero una vez que hayas hecho tu
trabajo, voy a compartir esto contigo, no te detienes. Vuelves a hacerlo una y
otra vez, porque se siente tan bien, porque es tu propio despertar, es tu
propia elección elegir por amor, elegir por la vida, y elegir por la felicidad,
la exaltada felicidad de saber que Yo soy Luz. “Hey, bueno, eso se siente bien. Sí, me gusta rebotar como la Luz. Eso
se siente bien. Quiero compartirlo”.
Así que esto realmente te activa y te enciende, y
todos los que te rodean se tienen que cubrir con una sombrilla porque tú Luz
es tan resplandeciente, o si no se unen contigo en la Luz. Cada vez más
hermanos y hermanas se van a unir a ti, porque en esta presente vida, dentro de
los próximos seis meses (hasta marzo 2017, N. del T.) habrá un momento de elección en el cual muchos tendrán
que elegir: si seguirán con el patrón de oscuridad o si eligen por la Luz. Y debido
a que tú has venido a través de las experiencias en las tinieblas, tú puedes
hablar con ellos. Puedes mostrarles cómo se siente ser Luz y que en verdad tú los
conoces y crees en ellos, porque sabes de qué están hechos.
En los próximos seis meses de tu tiempo tú vas a
estar muy entusiasmado, muy activo, porque esto es en extremo necesario. En los
próximos seis meses, especialmente, tú vas a ver las oportunidades de vivir, de amar,
de ser Luz. ¿Y qué va a pasar después de esos seis meses? Ah, eso depende de ti.
Eso no está escrito.
Pero me reuniré con ustedes allí. Nunca caminan
solos. Siempre camino con ustedes. Siempre les susurro en el oído. Siempre les
cuento un cuento, una historia, un chiste, una forma fácil de ver algo. Y antes
de que se den cuenta, ya están sonriendo, ya están riendo, están diciendo: “Ha, vale, eso es un pensamiento muy divertido.
Me gusta eso”.
Caminamos juntos. Que así sea.
- Jeshua ben Joseph
(Jesús el hijo de José)
en expresión
a través de Judith Coates.
Traducido por:
Oscar Ruiz
Enlace del texto original en:
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